Holi, he vuelto, lamento haberme ausentado por tanto tiempo. No diré que fue la universidad o los exámenes porque aún con casi 19 años voy a la escuela secundaria (Aunque de verdad me gustaría decir que ese fue el verdadero motivo...). Bien, la razón de mi ausencia, quisiera explicarles, fue un montón de sucesos desafortunados que fueron ocurriendo uno tras otro con escaso lapso de tiempo entre ellos, lo que de un momento a otro me fueron hundiendo en una fuerte depresión de la cual aún estoy saliendo. ¿Por qué hago una entrada sobre esto? Verán, yo nunca había caído en depresión anteriormente, y no se cuánto de esto es extraño y cuánto es normal. Sí, me he sentido deprimida, como cualquier persona, pero nunca había llegado a un punto tan extremo. Además, quisiera dar mi punto de vista sobre el papel que toman los profesionales ante esto, quienes supuestamente deberían saber qué hacer en estas situaciones y donde no solo nosotros depositamos nuestra confianza de que vamos a mejorar, sinó también nuestros seres queridos; quienes están quizás más asustados de lo que nos sucede y lo peor que se les puede hacer es venderles humo. Es preciso que les cuente mi historia, que aún no ha finalizado, pero la peor parte de ella ya es parte del pasado y a partir de recordarlo es que lograré sacar una conclusión. Comencemos~
El primer suceso fue la pérdida de un familiar que fue mi tío. Una persona muy cálida, carismática y humilde, que de todo corazón nos invitaba de vez en cuando a pasar tiempo en su casa para divertirnos, tomar unos mates, charlar o simplemente reunirnos a vernos las caras. Muy amigo de mi papá, en el pasado nos había ayudado cuando la economía del país era bastante desfavorable para nosotros. Siempre le estuvimos agradecidos.
Él estaba juntado con una mujer con la que casi no teníamos relación, porque aunque se mostraba amable a la vista, era difícil trabar amistad con ella simplemente porque parecía que ponía algun tipo de impedimento, o algo así. Con esta mujer, ellos habían tenido un hijo.
Mi tío trabajaba cerca de la estación y le iba bastante bien. Generalmente uno se lo encontraba en el mismo lugar, pero no era de extrañar que de vez en cuando no se lo vea.
Yo ciertamente no salía (ni salgo) mucho de mi casa, pero de vez en cuando pasaba por ese lugar y no encontraba su puesto. "Hoy no debió haber venido" pensaba. Lógico, ¿No?
Inclusive a mi papá, que trabaja de chofer y pasa seguido por ese lugar le pareció esto normal. Pasado un tiempo en que sus ausencias al trabajo se prolongaban nos comenzó a extrañar, pero igualmente seguimos pensando que esto era solo coincidencia, ya que de lo contrario, si le hubiera pasado algo, nos hubiéramos enterado por boca de alguien.
Pasado cierto tiempo, no estoy segura cuanto, nos enteramos que mi tío estaba en cama debido a una grave enfermedad. Varios familiares, incluido mi padre, fueron a su casa con la intención de verlo, pero la mujer los interceptaba diciendo "Él no quiere ver a nadie por el estado en que está, y tampoco quiere que le manden mensajes porque le molesta"
Acordando que ante cualquier inconveniente o noticia nos mantendría informados, le creímos.
Luego, nos enteramos que falleció, pero no el mismo día, sinó con algún tiempo de retrazo. Entre varios núcleos familiares nos pusimos de lleno a averiguar todo lo que se nos había ocultado (Como la fecha, la hora, si estaba en su casa o un hospital y en cual, ALGO) pero a pesar de que fuimos amables con ella sólo nos contestaba con insultos, alegando que nunca nos habíamos preocupado por él, que fuimos desagradecidos con la mano que nos había dado, que eramos todos unos caretas, hipócritas, etc.
Nadie tiene idea de por qué reaccionó así, y por qué a partir de ese momento se dedicó a pelearse con todos; y luego de pelearse, quería pedirnos favores, como dinero para los procedimienetos post mortem (a lo cual nadie accedió a prestarle nada, se mantuvieron en posición de "no te voy a dar nada, pero decime que tengo que hacer que lo hago de mi bolsillo, no me importa"). Todas esas personas a las que ella había tildado de "Desagradecidas" fueron las que más se preocuparon de que todo se haga de manera correcta, mientras ella sólo se dedicaba a seguir lanzándonos pestes.
Todo este movimiento de búsqueda, desinformación, primicia, avance y estancamiento duró cerca de una semana, y cesó cuando un familiar corrió la voz de que ya lo habían cremado. Por supuesto, nuestra frustración fue enorme.
La segunda cosa que me ocurrió fue cerca del día de la Memoria. Mi gata dio a luz 4 gatitos, de los cuales 1 tenía una deformación en una pata, teniendo 2 deditos en lugar de 4. Además, no tenía el instinto de succión para alimentarse solo, por lo que tuvimos que vigilarlo constantemente y hacer que amamante. Este gatito era notoriamente más flaco y pequeño que los demas, por lo que decidí mantenerme despierta de noche y de día, mientras yo descansaba, lo cuidaba mi madre. No solo tuve que lograr que amamante, sinó que tuve que enfrentarme a diferentes contratiempos: Primero, y lo más común era que los otros 3 hermanitos le pegaban y lo aplastaban. Segundo, que la madre se levantara a cada momento para caminar y abandonara a sus crías. Tercero que cuando lograba, después de bastante tiempo, que por fin el gatito amamantara, la madre se movía para que se desprenda. Cuarto, la madre encontró un hueco donde quería esconder a los gatitos para matarlos. En fin, así pasé 3 días sin verme afectada por la fatiga, pero los mayores problemas comenzaron cuando llegaron los feriados y notamos que tenía la pata mala muy inflamada. El gatito no podía caminar con ella y la doblaba hacia adentro, apoyándose con el hueso y generándole una herida en la piel. Luego, esa pata dobló su tamaño poniéndose gris violáceo y perdiendo temperatura. La desesperación que nos agarró fue enorme, ya que recién al día siguiente abrirían la veterinaria, pero una vez pasado el día, ni bien llegué del colegio pregunté qué había ocurrido, respondiendo mi madre que nada podía hacerse decido a que siendo un gato recién nacido no podrían suministrarle antivióticos. Al final, estábamos donde empezamos. Como era fin de mes, tampoco nos alcanzaba el dinero para comprarle la leche maternizada (de hecho personalmente fui a comprarla pero por poco no pude traerla), por lo que seguí el consejo del veterinario de comprar la leche deslactosada. Intentamos dársela, pero el gatito se resistía y lloraba, y la madre también se quejaba. En fin, ya era tarde y no podíamos hacer nada. Hicimos lo que pudimos, pero el gatito murió ese mismo día, a los 6 días de su nacimiento. Esa noche lloré a más no poder, pero intenté tranquilizarme para que no afecte mi rendimiento escolar.
Seguí con esta rutina de no dormir de noche y esperar a que alguien se despierte temprano para dormir un par de horas o minutos antes de ir al colegio y, a pesar de que entendía que lo que le había pasado al otro gatito fue la ley natural del más fuerte, no comprendía por qué la gata seguía haciendo lo mismo con los gatitos aparentemente sanos (Abandonarlos, negarles amamantar, esconderlos, aplastarlos), por lo que no pude dejar de estar alerta. Primero, mis padres pensaron que me quedaba porque no quería dormir temprano y estaba exagerando, pero cambiaron de opinión cuando vieron que la gata hacía lo mismo de día. Habrán pasado... Dos días más, si no me equivoco, cuando al llegar del colegio, un poco más recuperada, encontré que la gata había aplastado un gatito. La levanté y, casi sin creerlo, agarré al gato entre mis manos y lo miré fijo un rato, esperando algún indicio de vida como su respiración, pero no; estaba tibio y no reaccionaba. Ya no sabía qué sentir. Si tristeza, furia, impotencia, si había sido culpa de la gata por ser muy bruta, de mis padres por no darse cuenta, o mía por no haber pedido permiso para quedarme en casa.
Un par de días más tarde, otro gatito comenzó a actuar de manera extraña. Primero pensé que dormía mucho, pero me asustó cuando lo levanté para que amamante con su hermanito pero parecía no reaccionar demasiado, como si estuviera mareado. Le avisé a mi madre, quien había pensado que solo estaba somnoliento, pero evidentemente estaba mal porque al acercarlo a la madre solo corría la cara y no tomaba leche. Intentamos darle leche pero tampoco funcionó, y murió al día siguiente.
Yo ya me sentía fatal. Lo único que pensaba era "¿Qué clase de cuidado les estuve dando para que aún después de lo que me esforcé se fueran muriendo uno por uno?" "¿Qué más debí haber hecho para que no pasara?" "¿Por qué no sirve nada de lo que hago?"
Al final, sólo quedaba un gatito, y parecía la cosita más frágil y valiosa de todo el mundo.Lo único que queríamos era que creciera lo más pronto posible para que dejara de amamantar y pudiéramos darle alimento balanceado, porque la gata seguía escapando de sus deberes de madre (Hasta la fecha, sigue haciéndolo)
En este punto ya no quería saber nada de nadie. Me había alejado paulatinamente de todos los que me rodeaban porque en primer lugar, no quería preocuparlos más (Ustedes dirán que ese presisamente es motivo para preocuparlos, pero yo considero que es mejor alejarme y que se preocupen de eso mismo, a contarles toda la historia y que se preocupen de TODO lo anterior nombrado. La mayoría de mis amigos vive lejos y tal vez les hubiera molestado. Una amiga a la que le conté me manifestó que sentía impotencia por la distancia), en segundo lugar no quería reiterar los hechos porque estaban frescos y aún me dolían, y en tercer lugar ya todo lo que escribía, pensaba y demás era pesimista, y no quería arrastrar a nadie conmigo. Esto nos lleva a el tercer motivo que sí, creo que lo provoqué; aún así, lo que me afectó no fue lo que sucedió en concreto, sinó que el momento fue el peor de todos.En otras circunstancias mi reacción hubiera sido otra, pero supongo que fue la fatiga (Seguía sin poder reacomodar mi sueño) hizo que me hiciera cargo de todo, absorbiendo todo como una esponja de problemas.
Lo que sucedió fue que le había explicado a mi novio lo que ocurría, pero aún así fue como si para él siempre tuviera que estar bien porque sinó él también se sentiría triste, y al final le estaba haciendo mal. Por lo general no hablo con la gente,y no disfruto de las conversaciones largas, cosa que él sabía pero aún así me había puesto a hacer ese esfuercito. Debido a que hacía una semana que había cambiado el sueño no tenía tiempo para hablar, y cuando entraba a facebook tampoco quería dedicar mi tiempo a solo eso. Por lo tanto, entraba a actualizar un par de cosas y despejarme un poco. En fin, hacía un tiempo que no le hablaba, así que le respondí un mensaje. Charlamos, le manifesté que si no estaba bien era por el tercer gatito, supuestamente entendió, pero de alguna manera una cosa llevó a la otra y terminamos hablando sobre la pareja. Me planteó un pequeño problemita, que tal vez inflé. Comenzó con que no hablábamos mucho, y que él consideraba importante debido a que vivimos a una distancia considerable el uno del otro a lo que contesté que tenía razón, pero por todo lo que ya sabía dedicaba todo mi tiempo a dormir; por lo que se enojó, diciendo que no quería hablar un ratito de noche, sinó que quería pasar la tarde hablando conmigo. Nuevamente le dije que lo entendía, tanto a él como la razón de su enojo, pero no podía ignorar lo que estaba ocurriendo en mi casa, repitiéndole que solo me quedaba un gatito y lo estaba cuidando con mi vida. Respondió que entendía, pero yo estaba segura que no era así. Luego me ofreció su ayuda, pero le dije que no necesitaba ayuda, y que no podía hacerse más de lo que ya se estaba haciendo, y que no veía cómo se podía ayudar en una situación así y que lo único que necesitaba era que me banque un ratito más hasta que me asegurara de que el pequeño estaba fuera de peligro. Luego, habló diciendo que debíamos compartir nuestros problemas, pero me negué debido a que estaba tan saturada que prefería enfrentarlos sola antes que llenarle la cabeza a él también y, en lugar de compartirlos, terminaría con los mismos problemas Y ADEMAS, saber que también le estoy complicando la vida a él. Yo pensaba: "Vos que tenes tranquilidad, disfrutala! Lo que daría por tener un momento de paz". Seguimos hablando, y se dedicó a meter el dedo en la llaga, planteando lo que él hubiera hecho y que tendría a mis 4 gatitos si lo hubiera dejado intervenir, pero nada de lo que me dijo que hubiera hecho era algo que no hicimos. Nuevamente una cosa llevó a la otra, y dejamos de hablar de los hechos y terminamos hablando de la pareja. Comenzó a decir que no le prestaba atención, que se sentía dominado, usado, abandonado, que no le bastaba lo que yo hacía por él, dudó de mí en varias ocasiones, fue víctima, victimario y neutro al mismo tiempo, lo que terminó por marearme muchísimo. Yo no tenía ganas de discutir, por lo que cuando me incriminaba por algo yo le decía que tenía la razón (porque la tenía, no fue desinterés). Yo no entendía por qué dudaba de mí si nunca le di margen al malentendido, todo lo que él quería saber se lo respondí, y cuando hablo no busco satisfacer, y digo las cosas tal y como son y como las siento. Tampoco sabía el por qué del dominado y usado, ya que no soy ni manipuladora ni controladora. Siempre le di libertad porque confiaba en él, a pesar de que muchas veces me demostró con hechos que no confiaba en mí. Por el contrario, era él quien siempre me decía a dónde iba, con quien, cuando y por qué, lo que me confundía porque nunca se lo había preguntado ni tenía intención de hacerlo, ya que es su propia vida y no necesito archivarla.
Por último, y lo que hasta la fecha me sigue haciendo eco en la cabeza fue cuando habló sobre lo seca que soy al demostrar afecto, ya que él siempre quiere más y no puedo dárselo. Ledije que si él sentía que yo no le daba suficiente afecto entonces ese era mi problema, pero él respondió que es su culpa por nunca conformarse. Le recordé, que yo le dije que eso mismo del afecto ya se lo había dejado claro antes, que le había advertido que no soy muy abierta a la gente por temas personales, pero no le importó. Seguimos haciendo hincapié en lo mismo hasta que se hizo demasiado tarde, y se desconectó para ir a dormir.
Días después en el colegio, me estaba yendo regular hasta que sentí que en los últimos 40 minutos mi cerebro simplemente dejó de funcionar. Teníamos que crear una historia usando verosimilitud, pero estaba en blanco, como si estuviera en la clase y a la vez no estuviera. Miraba la hoja en blanco intentando pensar algo, pero nada venía, y parecía que las palabras queme llegaban no tuvieran significado. Pasados los 40 minutos tocó el timbre de salida a lo que guardé y me fui, pero seguía sin enfocarme en contexto, no era como si saliera del colegio, sinó más bien que estaba únicamente caminando hacia adelante sola. Hice tres cuadras cuando me empecé a sentir desganada para caminar, y fueron las ganas de llegar cuanto antes a casa a descansar las que me mantuvieron caminando, porque realmente quería descansar. Simplemente un tercio del camino total que hago todos los días ya me había agitado. Llegué a casa como si hubiera caminado kilómetros y me encontré con mis padres que se estaban yendo, les pedí que se quedaran pero no podían, así que los dejé ir. Dejé la mochila, me hice un té para tranquilizarme pero no funcionó; me acosté boca arriba y sin ninguna razón, comenzaron a rodar lágrimas. Aprovechando que estaba sola me cubrí la cara y lloré por algunos minutos para descargarme y, finalmente, me quedé dormida. Desperté cuando mis padres volvieron, pero no podía moverme de la posición en la que estaba. Mi madre se dio cuenta de que no me sentía bien y se quedó sentada a mi lado, sin embargo mi padre se encerró en la habitación. Le conté a ella lo que me había ocurrido en el día y volví a llorar, y también le conté que tampoco sabía por qué razón estaba llorando, pero no podía parar. Una vez me volví a calmar, puso la música tranquila que generalmente oigo y ella, junto con los gatos me hicieron compañía (Literalmente, ambos gatos se acercaron y descansaron a mi lado). Me recomendó que duerma si así lo deseaba, mientras tanto, ella cocinaría y me despertaría una vez que estuviera listo. Ni bien terminamos de cenar volví a dormirme.
No fui al colegio por el resto de la semana y estaba bastante tranquila, pero cualquier cosita me enervaba nuevamente. Seguía sin poder dormir de noche y si intentaba dormir a una hora apropiada me despertaba de madrugada ya estando descansada y a veces hasta con palpitaciones. Yo pensaba dejar pasar el tiempo hasta sentirme mejor pero una amiga me recomendó que lo mejor era que me vea un doctor, así que desperté a mi familia temprano y les propuse esto mismo, a lo que después de ponerse de acuerdo accedieron. Me acompañó mi abuelo a el hospital Duhau donde teníamos la obra social, pero al sacar turno nos manifestaron que no estábamos en la lista ni yo ni el titular de la misma. Fuimos a otro lado de la clínica pensando que podría ser un error, pero no lo era. Dimos varias vueltas (a mí me costaba caminar debido a que no cesaba de temblar y me cansaba de la nada) hasta que nos dijeron dónde consultar sobre la obra social, pero no logramos conseguir información completa de ella, por lo que tuvimos que regresar a casa a buscar los datos necesarios para volver a realizar la petición. Cuando volvimos y luego de otra larga fila, nos informaron que esa obra social había sido dada de baja y ahora pertenecíamos a otra, pero el titular no estaba enterado de esto.
Regresamos a San Miguel y, mi abuelo un poco caprichoso quiso intentar con una clínica que quedaba de paso a la que fuimos y, luego de cerca de una hora de espera, fui atendida. Un doctor me preguntó qué ocurrió a razgos MUY generales y al final terminó recetándome pastillas e ir al psiquiatra. Fuimos a casa nuevamente donde por fin pude recostarme y descansar. Mientras dormía, mi papá compró los medicamentos necesarios y, aunque odio las pastillas, accedí a tomarlas por el bien de mi salud, ya no toleraba más estar así y quería un poco de paz en mi vida, pero a esto quería llegar, creo que las pastillas me hicieron peor.... Ojalá nunca las hubiera tomado.
Me recomendaron tomar una pastilla a las ocho de la mañana y otra antes de cenar, durante cuatro días. Funcionaron? Sí, estaba DEMASIADO tranquila; tanto que parecía Salad Fingers. El lado bueno fue que volví a dormir de noche luego de 2 semanas, y el lado malo fue que mi personalidad se hizo trizas. Al reincorporarme al colegio no tenía fuerza para nada, lo que mover sillas y bancos fue difícil. Estaba desganada para todo y caminar tan solo un par de metros me fatigaba, por más tranquila que estuviera ante la menor provocación me violentaba y realmente me sentía capáz de tirar todo abajo o pelear con quien fuera... Y luego me sentía culpable de ello, porque nunca había sido agresiva y pensaba que ese haya sido un efecto de la medicación. A veces, estaba de tan mal humor que trataba mal a todos y, aunque estuviera consiente de eso, no me podía detener. Peleaba con mi familia, se me agotaba la paciencia con rapidez, puteaba de arriba abajo lo que sea que me desagrade y luego lloraba porque no quería comportarme de esa manera. Se me olvidaba TODO de inmediato... Me mandaban a hacer algo y si llegaba a pensar en algo diferente en el camino me colgaba, mi madre me traía algo que según ella le había pedido, pero para mí era como recibir información nueva, y ni hablar de las veces que estaba contando algo y mientras lo hacía olvidaba lo que estaba diciendo. Hasta el día de la fecha sigo teniendo lagunas, pero son menos frecuentes. También me sucede que es como si mi cerebro se desconectara y directamente no piense, como si pasaras del griterío de una piscina pública a el silencio al zambullirte. En el lapso en que estaba medicada comencé a tener pesadillas, y hasta el día de hoy no paso una noche sin ellas. Luego de dejar la medicación me sentí realmente vacía y triste, como si solo fuera un trapo inservible. Me sentía una carga para todos porque me miraban con lástima y los hacía sentir tristes, pero les enojaba que les manifestase cómo me sentía, pero no encontraba otra manera de ver las cosas. En fin... Al final terminé optando por aislarme de todo, pero eso ya es tema aparte. Terminaré de narrar los hechos en este punto, ya que los que vienen no son realmente importantes. Sí diré que cada vez que me pongo nerviosa me agarra una especie de mini ataque, pero no es algo que valla muy lejos y se me pasa después de unos minutos. Estoy tratando de mantenerme lo más tranquila posible tomando té, y decidí que no volvería a tomar pastillas, o por lo menos no de esas. Si el psiquiatra me las recetara no las tomaría, y le contaría el episodio que tuve con ellas.
Bueno, a modo de conclusión opino que no se si la resolución de recetarme las pastillas fue correcta. Ademas, pareciera que a todos los médicos le recetaran medicamentos a sus pacientes sin analizar demasiado la situación, o por lo menos eso fue lo que sentí en esa ida al médico. Las pastillas parece que en realidad no ayudan, sinó que te deterioran aún más y uno se vuelve dependiente de ellas. Será que los adolescentes medicados no estén realmente tan mal como parece? Luego de haber pasado por lo mismo ese cortito lapso de tiempo es algo que me pregunto. Imagínense que ese vacío del que les conté se llene con algo más... Lo más común sería una sustancia tóxica como la droga o el alcohol, lo más fácilmente accesible. Están realmente los profesionales ayudando a la gente o solo se las quieren sacar de encima o, en el peor de los casos, les drenarán el dinero de sus bolsillos con la falsa promesa de que los harán sentir mejor? Se darán cuenta de la familia que podrían estar destruyendo? De la vida que están deteriorando? Me gustaría saber qué es lo que piensan de esto, porque solo tengo mi sola vivencia como base.
Gracias por leer todo esto que es tan largo, en serio, y cuando esté mejor prometo continuar con mis historias. Saludos gente, aprecio mucho su atención y, siendo que es bastante tarde, les deseo buenas noches
Hola. soy nuevo en estas cosas de blog.. y cuando piense bien en como diseñarlo recién te invitare... pero... comentando tu tema. Es muy difícil entender el dolor ajeno. mas todabia si no logras entender el por que suceden las cosas cuando vos le pones todo el empeño y fracasas igual. como dijiste en tu párrafo.. es cosa natural. la madre de los gatos ya sabia quien podía seguir. pero bueno. uno debe aprender a afrontar el fracaso y saber llevar un duelo y todos los pasajes tienen su tiempo. para mi criterio falto comprención de tus padre (por que no los mencionaste mucho en tu post) si te hubieran acompañado y ayudado a comprender las fases que estas pasando supongo que no hubieses llegado a la depreción (dos familiares fallecieron a causa de la depreción. no es un tema para tomarlo a la ligera) y tus padres aun que tengas miedo de lo que piensen de vos tiene que saber lo que sentís, así te acompañarían en cada etapa. bueno esa son mis palabras. espero te ayuden en algo. saludos atentamente. Seferino
ResponderEliminarPD: vi que se te quedo uno de os gatitos. ¿que nombre le pusiste?
Gracias por leer, pensé que nadie lo haría y lo publiqué más que nada para desahogarme y sacar una conclusión de como actuar en el futuro si me pasaba otra cosa parecida! :)
EliminarLa que más me bancó fue mi madre, pero después de algún tiempo también se fue desalentando :p Pero me fue de mucha ayuda!
Mi abuela estuvo a punto de fallecer por depresión también, así que ese fue el principal susto de mi madre
Sí, al gatito le puse Draco, y estoy contenta de que esté saludable :)
Saludos Seferino! Estaré esperando tu invitación! n.n